Los conceptos “cambio
climático” e “igualdad de género” se han convertido en dos expresiones muy
comunes a la hora de abordar temas sobre la crisis económica, social, política,
cultural y sanitaria que hemos experimentado en los últimos años a nivel
mundial. No cabe duda de que, el 2020,
el año en el que la COVID-19 lo ha cambiado todo, ha puesto de relieve la
relación existente entre la crisis medioambiental y la brecha de género a la
que nos enfrentamos, la cual no distingue entre países desarrollados y los no
desarrollados. Pero ¿qué es el cambio climático? ¿cómo se relaciona cambio
climático y género? ¿qué relación hay entre este fenómeno y la desigualdad
entre hombres y mujeres? En este artículo intentaremos hacer una breve reseña sobre
el término “cambio climático” y posteriormente, en cómo éste se relaciona con
la desigualdad de género.
En primer
lugar, cabe mencionar que al concepto “cambio climático” se le atribuyen varias
definiciones al haber sido objeto de estudio por diversos organismos. En esta
ocasión nos referiremos a la descrita en el informe “Climate Change and Land” elaborado
por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático en el
2020 (IPCC, por sus siglas en inglés). En este informe, se define al cambio
climático como una variación del clima, o lo que es lo mismo, una variación del
estado promedio del tiempo atmosférico y de sus magnitudes correspondientes
(temperatura, precipitación o viento). Esta variación dependerá del estado del
sistema climático y de la interacción de sus cinco componentes: atmósfera,
hidrosfera, criosfera, litosfera y biosfera. Este sistema evoluciona en el
tiempo, por lo que, el cambio climático se ve influenciado por dos aspectos: el
primero, por la dinámica natural interna del sistema climático y de los
forzamientos externos (erupciones volcánicas, variaciones solares); el segundo,
por los forzamientos antropógenos relacionados con alteraciones en la
composición de la atmósfera global o del uso del suelo. Como consecuencia, se
observan cambios en el clima y fenómenos meteorológicos extremos como el
agravamiento en la degradación del suelo, la variación en los patrones de
precipitaciones y en las tasas de evaporación, inundaciones, sequias más
frecuentes y severas, olas de calor, aumento del nivel del mar, el deshielo del
permafrost y fenómenos meteorológicos extremos, entre otros. Ejemplos de estos
efectos se describen en el libro titulado “Aún
no es tarde”, escrito por Andreu Escrivá (2018), en el que analiza el
retroceso de los glaciares en Argentina y en los Alpes, la subida del nivel del
mar en Nueva York y Sídney y el aumento de las temperaturas medias de Montreal
y Bangkok. En este libro también se destaca una excepción, la recuperación del
grosor de la nieve en la Antártida, la cual es atribuida a la subida de la
temperatura. Escrivá asegura que el cambio climático ha estado sucediendo a lo
largo de la historia geológica del planeta, el problema radica en que, los
calentamientos de hace millones de años eran mucho más lentos: un grado
centígrado cada dos mil años, lo que permitía que las especies pudieran
adaptarse. Las previsiones actuales del IPCC señalan que en el próximo siglo la
temperatura aumentará hasta 5 °C.
Bajo este
contexto, cabe cuestionarse ¿cómo el cambio climático y género se relacionan?
Pues bien, para desarrollar esta segunda parte del artículo debemos referirnos
a lo que entendemos como “género” y a sus distintos matices. De acuerdo con
Angula (2020), el género corresponde a roles culturalmente variables y
socialmente construidos, así como, a las expectativas que la sociedad espera en
función del sexo. De esta manera, se construyen relaciones de género que se
derivan en relaciones de poder, determinando cómo hombres y mujeres se beneficiarán
de los recursos disponibles. Esta disparidad en el acceso a los recursos
sociales y económicos entre hombres y mujeres es lo que se define como desigualdad
de género.
Para las
mujeres, esta desigualdad representa una división de trabajo por género, es
decir, a ellas se les asigna, tradicionalmente, la gestión de los recursos para
garantizar la nutrición y la salud de la familia. Esta situación se acrecienta,
en medios rurales, donde se dedican al cuidado de los cultivos y el ganado, el
acopio de agua y la recolección de leña. En África, por ejemplo, del 50-80% de
la producción agrícola es responsabilidad de las mujeres y solo el 20% de ellas
son propietarias de las tierras. En América Latina y el Caribe, el 78,5% de las
mujeres rurales se dedican, desde los 15 hasta los 59 años, aproximadamente, a
la producción de alimentos. Este es el motivo por el cual la afectación a la
producción agrícola debido a la crisis obliga a los hombres a emigrar en
búsqueda de empleo y a las mujeres a permanecer en el hogar. Como consecuencia,
aumenta su carga doméstica, limita su oportunidad de búsqueda de empleo e incrementa
su dependencia económica. Esta brecha de género incide sobre el
empobrecimiento, la inseguridad alimentaria crónica y la movilidad de las
mujeres, a quienes no les queda más alternativa que permanecer a cuidado del hogar.
Un caso de
estudio, llevado a cabo en el 2016 por el programa Climate and Development
Knowledge and Network CDKN en la India, Perú y Kenia sobre la igualdad de
género y el cumplimiento de los objetivos climáticos, determinó que los procesos
de desarrollo son compatibles con el cambio climático, pero aislados al enfoque
de género, condenan a las mujeres al acceso limitado de recursos como la
tierra, crédito financiero, la información y el conocimiento. El estudio en
mención demuestra que las mujeres se empobrecen más que los hombres, lo que
limita sus oportunidades para realizar inversiones en base a sus necesidades y
prioridades. De modo que, la mujer tiene menos oportunidades para responder y
adaptarse al cambio climático, quedando totalmente excluida de los procesos de
formulación de políticas que faciliten procesos de adaptación con igualdad de
género.
Resulta
fundamental comprender que la capacidad de respuesta de hombres y mujeres
frente a los efectos del cambio climático dependerá del nivel de vulnerabilidad
(exposición y sensibilidad) al que se enfrentan las poblaciones, sobre todo,
las más empobrecidas. Estas poblaciones dependen de los servicios ecosistémicos
de provisión (recolección, caza, cultivos) como único medio de sustento
económico. Lo que los lleva a vivir en medio de zonas susceptibles a riesgos
climáticos con recursos escasos para poder adaptarse y recuperarse.
Con este análisis invito a concienciarse y comprometerse a trabajar, de manera conjunta, para enfrentar dos retos globales: cambio climático y desigualdad de género. Al mismo tiempo, este artículo deja abiertas varias interrogantes que invitan a ir más allá, a investigar datos reales y no limitarse a reproducir lo que los medios de comunicación o las redes sociales nos “comunican”. Detengámonos por un momento y profundicemos, en lo que, para mí, corresponde un pronóstico inquietante expuesto en el 2016 por el físico y divulgador Joseph Romm: “El cambio climático tendrá un impacto más fuerte sobre la familia, amigos y la humanidad entera de lo que ha tenido el internet”, ¿pueden imaginarlo?, pasa lo mismo con el impacto que ha supuesto la desigualdad de género sobre las mujeres desde hace siglos. Su definición real se encuentra sesgada y distorsionada por prejuicios y falsedades, tal como se analizó en los párrafos anteriores. Sin embargo, ¡no todo está perdido! La ciencia es clara y los acuerdos internacionales nos muestran que tenemos que redirigir la hoja de ruta hacia la descarbonización y la reformulación de políticas públicas inclusivas. Pero desde una posición más personal ¿qué podemos hacer? Para responder a esto, llamo a tres posturas: la acción individual, que sin duda nos llevará a cambios colectivos, en otras palabras, predicar con el ejemplo; la reeducación, para que se genere una divulgación de información responsable; y, la construcción de redes de apoyo, que promuevan ideas innovadoras centradas en el cuidado del medio ambiente y la igualdad de género.
Finalmente, ¡no demos por sentado al Planeta!
Ingeniera en Biotecnología Ambiental,
Máster en Planificación de Proyectos de Desarrollo Rural y Gestión Sostenible,
Voluntaria en la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR),
Colaboradora en la Plataforma de África de la Universidad Politécnica de Madrid.
Bibliografía:
Arana, M. T. (2017). Caso de Estudio: Género y Cambio Climático en América
Latina. Climate and
Development Knowledge Network, 22.
Retrieved from
https://cdkn.org/wp-content/uploads/2017/07/Arana_Género-y-cambio-climático-en-América-Latina
Climate and Development Knowledge
Network. (2016). Diez cosas de debes saber: Igualdad de género y
logro de los objetivos climáticos.
Eastin, J. (2018). Climate change and
gender equality in developing states. World Development, 107,
289–305. https://doi.org/10.1016/j.worlddev.2018.02.021
Escrivá, A. (2018). Aún no es tarde: Claves para
entender y frenar el cambio climático . Valencia: Unitat de Cultura
Científica y de la Innovación de la Cuidad de Valencia.
IPCC, 2013: Glosario [Planton, S. (ed.)]. En:
Cambio Climático 2013. Bases físicas. Contribución del Grupo de trabajo I al
Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el
Cambio Climático
IPCC, 2019:
Summary for Policymakers. In: Climate Change and Land: an IPCC special report
on climate change, desertification, land degradation, sustainable land
management, food security, and greenhouse gas fluxes in terrestrial
ecosystems. In
press
Tramutola, M. J. (2019). Adaptación al Cambio Climatico ¿Con Perspectiva
de Género? In Latino Adapta.
Retrieved from
https://www.cambioclimaticoydecisiones.org/policy-bref-adaptacion-al-cambio-climatico-con-perspectiva-de-genero/
Me encanta. Bravo Diana 👏🏻👏🏻👏🏻
ResponderBorrarMuchísimas gracias Janaina, es mi importante para mí que alguien experta en género lo valore. Un abrazo!
BorrarMe encanta. Bravo Diana 👏🏻👏🏻👏🏻
ResponderBorrarGracias por leernos, Janaina. Un saludo
BorrarFelicidades excelente artículo Diana ����
ResponderBorrarGracias por leer este artículo y apoyar a su autora. Un saludo
BorrarMuchísimas gracias por tomarte el tiempo de leerlo Lorena. Un abrazo!
BorrarMuy buen artículo Diana, felicidades!!
ResponderBorrarGracias por su tiempo e interés en este trabajo. Un saludo
BorrarMuchísimas gracias por leerlo Diego. Un abrazo
BorrarFantástico artículo Diana, enhorabuena!!
ResponderBorrarMuchas gracias por el interés en el trabajo de Diana, un cordial saludo.
BorrarMuchas gracias por leerlo. Un abrazo
BorrarExcelente análisis 🧐
ResponderBorrarTanta razón frente a una sociedad que debe tomar consciencia ante el cuidado del medio ambiente y la igualdad de género.
Muy bien Diana 👏
Muchas gracias por su lectura y apoyar el trabajo de Diana. Esperamos que este mensaje pueda llegar más lejos. Un cordial saludo
BorrarMuchas gracias Francisco! Un abrazo
BorrarExcelente artículo, jamas pense en esta relación entre el cambio climático y la igual de género. Por poner un pero falta algo dato estadístico que fundemente esa relación, abrazos
ResponderBorrar