Desde que tengo memoria, he querido trazar mi propio camino, aprender todo lo posible y ser independiente. Este deseo nació del ejemplo que vi en mi familia: personas que llegaron desde distintas zonas rurales a Bogotá, Colombia, para empezar desde cero. Son trabajadores incansables y personas fuertes. Mi mamá siempre me guio para que, como ella, tomara decisiones sin miedo. Mi papá, autodidacta, sembró en mí la curiosidad por la ingeniería eléctrica, él enfrentó muchos desafíos y llegó a liderar equipos de trabajo en el sector eléctrico. Con ese impulso, decidí estudiar Ingeniería Eléctrica en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Allí encontré grandes maestros, amigos y aprendizajes que facilitaron mi camino.
Durante el pregrado descubrí las múltiples
posibilidades que ofrece mi carrera. Participé en investigaciones y simposios,
especialmente con nuestro proyecto de grado sobre calidad de la potencia, en
este camino siempre estuve acompañada por mi mejor amiga, mis profesores y
compañeros del grupo de investigación en compatibilidad electromagnética. Sin
embargo, hacia el final de la carrera, cambié mi enfoque hacia el diseño de
instalaciones eléctricas y redes de media tensión. Fue mi primer gran giro
profesional, alejándome un poco del mundo académico.
Una vez graduada, asumí el rol de interventora, lo que
me permitió desarrollar habilidades de gestión y descubrir una nueva faceta de
la ingeniería… y de mí misma. Me di cuenta de que quería liderar proyectos,
tener una visión integral de cada etapa y aspecto. Esto me llevó a replantear
mi camino profesional y abrirme a nuevas posibilidades.
Para alguien introvertida como yo, querer liderar
equipos era como comenzar de nuevo. Por eso decidí estudiar gestión de
proyectos y gerencia estratégica. Esta etapa fue clave para mi crecimiento
personal y profesional: aprendí a ver la ingeniería desde otra perspectiva y
conocí a profesionales de distintas disciplinas que enriquecieron mi formación
con sus experiencias.
Ya con algo más de experiencia, trabajando en un
equipo en el que formé grandes amistades, surgió otra oportunidad que me sacó
nuevamente de mi zona de confort: convertirme en analista de inversiones para
proyectos de distribución de energía eléctrica. El cambio fue duro. Tuve que
aprender rápidamente conceptos y términos nuevos. Pero como en otros momentos
de mi vida, tuve la fortuna de encontrar mentoras —mujeres generosas y sabias,
que aún hoy son amigas— que me enseñaron lo necesario para aportar en un equipo
con una gran responsabilidad: asegurar que los proyectos de inversión en Bogotá
y Cundinamarca cuenten con los recursos necesarios para realizarse.
Cuatro años después, sentí que era momento de un nuevo
reto. Apliqué a una posición en energías renovables, con la ilusión de volver
al lado más técnico de la ingeniería, pero sin abandonar mi mirada como gerente
de proyectos. Pensé que no tendría esa oportunidad por mi poca experiencia en el sector,
pero la oportunidad llegó. Me sentí perdida al principio, con miedo por dejar
atrás un camino ya recorrido. Sin embargo, como tantas veces antes, encontré un
equipo de personas generosas, dispuestas a compartir su conocimiento. Gracias a
ellas, pude empezar a desarrollar proyectos solares que hoy contribuyen a la
transición energética del país.
Uno de los retos más grandes para las mujeres en el
sector energético es el síndrome del impostor, esa inseguridad que nos hace
pensar que no estamos listas para liderar o que estamos en desventaja en un
entorno históricamente masculino. Pero mi experiencia me ha enseñado lo
contrario. Tenemos las habilidades técnicas, la capacidad de liderazgo y la
resiliencia para asumir proyectos complejos. Además, nuestra experiencia
colectiva facilitará que los proyectos del futuro integren las lecciones que ya
hemos aprendido.
El mayor aprendizaje es saber que no estamos solas. El
sector de energía renovable, joven y en crecimiento, enfrenta muchos desafíos,
pero también está lleno de profesionales dispuestos a construir redes de apoyo.
Esto, más que nunca, marca la diferencia.
Hoy tengo el reto de liderar un equipo en un proyecto
que apenas comienza. Me siento agradecida por cada cambio de rumbo, por cada
oportunidad y por todas las personas que me han acompañado y enseñado en el
camino. Espero poder aportar desde mi experiencia e inspirar a otras mujeres a
crecer en el sector energético. Hay muchas oportunidades y todas tenemos algo
valioso que aprender.
Mi siguiente paso será fortalecer mis habilidades
gerenciales y profundizar en el financiamiento de proyectos de energía
renovable, para contribuir a que la energía limpia y sostenible sea accesible
para todos.
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