Amanda Acevedo y el arte de comenzar de cero

 

Desde que tengo memoria, he querido trazar mi propio camino, aprender todo lo posible y ser independiente. Este deseo nació del ejemplo que vi en mi familia: personas que llegaron desde distintas zonas rurales a Bogotá, Colombia, para empezar desde cero. Son trabajadores incansables y personas fuertes. Mi mamá siempre me guio para que, como ella, tomara decisiones sin miedo. Mi papá, autodidacta, sembró en mí la curiosidad por la ingeniería eléctrica, él enfrentó muchos desafíos y llegó a liderar equipos de trabajo en el sector eléctrico. Con ese impulso, decidí estudiar Ingeniería Eléctrica en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Allí encontré grandes maestros, amigos y aprendizajes que facilitaron mi camino.





Durante el pregrado descubrí las múltiples posibilidades que ofrece mi carrera. Participé en investigaciones y simposios, especialmente con nuestro proyecto de grado sobre calidad de la potencia, en este camino siempre estuve acompañada por mi mejor amiga, mis profesores y compañeros del grupo de investigación en compatibilidad electromagnética. Sin embargo, hacia el final de la carrera, cambié mi enfoque hacia el diseño de instalaciones eléctricas y redes de media tensión. Fue mi primer gran giro profesional, alejándome un poco del mundo académico.

 

Una vez graduada, asumí el rol de interventora, lo que me permitió desarrollar habilidades de gestión y descubrir una nueva faceta de la ingeniería… y de mí misma. Me di cuenta de que quería liderar proyectos, tener una visión integral de cada etapa y aspecto. Esto me llevó a replantear mi camino profesional y abrirme a nuevas posibilidades.

 

Para alguien introvertida como yo, querer liderar equipos era como comenzar de nuevo. Por eso decidí estudiar gestión de proyectos y gerencia estratégica. Esta etapa fue clave para mi crecimiento personal y profesional: aprendí a ver la ingeniería desde otra perspectiva y conocí a profesionales de distintas disciplinas que enriquecieron mi formación con sus experiencias.

 

Ya con algo más de experiencia, trabajando en un equipo en el que formé grandes amistades, surgió otra oportunidad que me sacó nuevamente de mi zona de confort: convertirme en analista de inversiones para proyectos de distribución de energía eléctrica. El cambio fue duro. Tuve que aprender rápidamente conceptos y términos nuevos. Pero como en otros momentos de mi vida, tuve la fortuna de encontrar mentoras —mujeres generosas y sabias, que aún hoy son amigas— que me enseñaron lo necesario para aportar en un equipo con una gran responsabilidad: asegurar que los proyectos de inversión en Bogotá y Cundinamarca cuenten con los recursos necesarios para realizarse.

 

Cuatro años después, sentí que era momento de un nuevo reto. Apliqué a una posición en energías renovables, con la ilusión de volver al lado más técnico de la ingeniería, pero sin abandonar mi mirada como gerente de proyectos. Pensé que no tendría esa oportunidad por mi poca experiencia en el sector, pero la oportunidad llegó. Me sentí perdida al principio, con miedo por dejar atrás un camino ya recorrido. Sin embargo, como tantas veces antes, encontré un equipo de personas generosas, dispuestas a compartir su conocimiento. Gracias a ellas, pude empezar a desarrollar proyectos solares que hoy contribuyen a la transición energética del país.




Uno de los retos más grandes para las mujeres en el sector energético es el síndrome del impostor, esa inseguridad que nos hace pensar que no estamos listas para liderar o que estamos en desventaja en un entorno históricamente masculino. Pero mi experiencia me ha enseñado lo contrario. Tenemos las habilidades técnicas, la capacidad de liderazgo y la resiliencia para asumir proyectos complejos. Además, nuestra experiencia colectiva facilitará que los proyectos del futuro integren las lecciones que ya hemos aprendido.

 

El mayor aprendizaje es saber que no estamos solas. El sector de energía renovable, joven y en crecimiento, enfrenta muchos desafíos, pero también está lleno de profesionales dispuestos a construir redes de apoyo. Esto, más que nunca, marca la diferencia.

 

Hoy tengo el reto de liderar un equipo en un proyecto que apenas comienza. Me siento agradecida por cada cambio de rumbo, por cada oportunidad y por todas las personas que me han acompañado y enseñado en el camino. Espero poder aportar desde mi experiencia e inspirar a otras mujeres a crecer en el sector energético. Hay muchas oportunidades y todas tenemos algo valioso que aprender.



Mi siguiente paso será fortalecer mis habilidades gerenciales y profundizar en el financiamiento de proyectos de energía renovable, para contribuir a que la energía limpia y sostenible sea accesible para todos.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario