María Yenny López: Construyendo oportunidades en “La Escuela la Bendición” en la Orinoquía colombiana

Por: Tatiana Vásquez


María Yenny López (Pamplona, Colombia, 1985) es docente de primaria desde hace 15 años, especialista en Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC’s) y estudiante de Maestría en aplicación de las TIC’s en la Universidad de Santander (UDES). Ha trabajado en escuelas rurales, principalmente, en los departamentos de Casanare y Arauca. Desde hace 11 años es docente en la escuela “La Bendición” que pertenece al municipio de Arauca, donde ha luchado constantemente para la mejora de la educación y la calidad de vida de sus estudiantes. 





Su pasión por la enseñanza ha hecho que su vocación de profesora vaya más allá de seguir los contenidos educativos que se imparten en primaria. En su trabajo se ha convertido en psicóloga, madre, amiga, guía, cocinera, mensajera y hasta realiza actividades de limpieza en la escuela. Para ella, la comunidad es su familia, incluso, es madrina de los hijos de algunos de sus ex-estudiantes. Su motivación principal, para ser docente, es tener la satisfacción de saber que sus estudiantes entienden lo que les explica. Ella menciona que “ser docente es un título que no se quita ni en la casa ni en la calle, es dar un apoyo no solo a los estudiantes, sino incluso a los padres, pues lo que uno se esfuerza en el aula por fuera también se ve”.





Su método de enseñanza es usar el medio que los rodea, las cosas que perciben, con el fin de cuando las vean recuerden lo que les enseñó. Nos cuenta que sus estudiantes le formulan 10 veces la misma pregunta, 10 veces les contesta de buena manera. Ella busca que ellos tengan confianza en sí mismos, que ellos se superen a sí mismos y les recuerda la frase “no digan no puedo, siempre busquen la estrategia”. Para ella es reconfortante encontrarse después a los estudiantes y que la recuerden por ser aquella profesora que los escuchó y los guió. Trata de que sus estudiantes sientan la tranquilidad y la satisfacción de que lo que está haciendo, lo está haciendo bien.


María Yenny es normalista (estudió en un centro educativo dedicado específicamente a la formación de profesores), está casada y es madre de dos hijos. Llegó a esta región a la edad de 8 años, pues nació, en la vereda El Ovaldío perteneciente al municipio de Chitaga, denominado así porque era un lugar muy aislado, ya que se necesitaban dos días a caballo para llegar al centro poblado más cercano, en el departamento de Norte de Santander. A través de un concurso del gobierno en el departamento de Arauca, ella fue seleccionada como docente de primaria, quedando en el puesto 15 a nivel departamental, lo cual le dio la oportunidad de escoger la escuela en donde enseñaría la primaria. Tenía claro que no quería dictar clases dentro del pueblo, sino trabajar en una escuela rural. Dentro de las escuelas que tenían estas características encontró una que ningún compañero quería seleccionar por la dificultad en el acceso en épocas invernales, principalmente, porque crecía un caño cerca a la escuela e impedía el paso, lo cual implicaba atravesar dos fincas aledañas para llegar hasta ahí. Además, no tenía agua, energía, ni internet, y estaba a más de una hora en moto desde la ciudad de Arauca a su lugar de residencia, características que no fueron impedimentos para María Yenny.





Eso fue en abril del 2010, al llegar a la escuela “La Bendición”, la frondosa yerba casi cubría la escuela. Solo tenía dos estudiantes, no tenían libros, los pupitres tenían comején (termitas), había muchas culebras e incluso se consideraba cerrarla porque casi no tenían niños. Ella pidió que le dieran un tiempo de prueba para determinar si era necesario cerrar la escuela o no. En su persistencia, visitó las casas aledañas para saber si vivían más niños e invitarlos a la escuela a estudiar. ¡Poco a poco fue logrando que los padres se acercaran a la escuela! De esta manera, ella junto a sus dos estudiantes empezaron la labor de ir limpiando la escuela, desyerbando y organizándola. Por ejemplo, la escuela tenía cinco computadores, de los cuales solo medianamente servían dos, y ya eran antiguos, pero en su afán de brindar una mejor educación, de su propio bolsillo pagó el arreglo de los computadores. Ya que la escuela no tenía acceso a servicio eléctrico, ella misma transportaba los portátiles en una moto y se los llevaba a su casa para recargarlos. A través de recolectas con sus compañeras de estudio de Pamplona logró conseguir libros, también compró útiles y ella aportó ollas para poder cocinarle a los estudiantes.


Durante los primeros cinco años pasó de tener dos estudiantes a 10 en promedio. Dentro de los cambios que ha hecho en su escuela están el cambio del refrigerio, el mismo que consistía en un jugo y una galleta o empaquetado, para ofrecerles alimentos preparados como arepa y otros a base carne o pollo. Logró que el ejército le pintara la escuela ya que desde hace muchos años esto no se hacía. Desde la ciudad de Arauca, cargaba en moto una nevera con comida fría, agua, su bolso y el portátil de la escuela. Mientras les dejaba a los niños una tarea, ella preparaba el desayuno para ellos; y, para facilitar el uso del baño en la escuela, solicitaba agua donde el vecino. Hace seis años, logró que la empresa de energía del departamento le instalara un sistema fotovoltaico autónomo, ya que, al no tener escrituras de la escuela no era posible instalarle energía eléctrica convencional. La instalación del sistema fotovoltaico les permitió tener iluminación, cargar los computadores en la escuela, utilizar el televisor que tenían guardado, enfriar los alimentos para los refrigerios de los estudiantes, licuar las frutas para hacer jugo, tener agua propia gracias a una electrobomba. Con la ayuda de los padres lograron comprar un ventilador para el único salón que tiene la escuela, teniendo en cuenta que esta zona del país se caracteriza por tener altas temperaturas. María Yenny dice que “la escuela es como la casa de uno, uno se preocupa por el aseo, que a los hijos no les falte la comida, es como la segunda casa para uno, más que un aula es parte de uno, es mi segundo hogar”. En dos ocasiones ha brindado su casa a estudiantes después de que cursaron quinto de primaria para que pudieran estudiar bachillerato en la ciudad de Arauca, dándoles hospedaje, alimentación y apoyo.





María Yenny comenta que “…la concentración y el ahorro de tiempo es lo que más cambió al tener acceso a electricidad. Antes teníamos que sacar los pupitres al pasto y entre sacar y volver a ingresar los muebles al aula, se perdía mucho tiempo”. “La concentración afuera es mucho menor, porque los niños tienen más elementos de distracción. Hasta la actitud cambia, cuando no hay energía, no quieren limpiar o trapear el baño porque el agua está caliente y es necesario sacarla manualmente de un pozo, además, no pueden tomar agua fría, y en los días nublados, no hay buena iluminación en el salón de clases, dificultando la visibilidad del tablero (pizarra)”.





María Yenny nos cuenta que “…las escuelas que están retiradas de la ciudad están abandonadas. Por ejemplo, así como a las escuelas en la ciudad se les entregan computadores, aire acondicionado, pupitres nuevos, útiles y donaciones de libros, las escuelas rurales también somos importantes. El hecho que no tengamos 35 o 40 niños, no significa que no necesitemos ayuda, somos los que más trabajamos con las manos”. En el entorno rural hay familias muy humildes, muy trabajadoras, que valoran las pequeñas ayudas, cuando se les da un cuaderno, ellos se ponen felices. Marí Yenny manifiesta que en 11 años, “solo una vez le han pintado la escuela, no se le ha hecho cambios de tableros”. Cuando ella llegó, los niños no conocían qué era un computador, siempre decían que el colegio principal era el que necesitaba computadores porque hay más cantidad de niños, “…somos poquitos pero también necesitamos que nos brinden espacios deportivos, culturales. En las veredas los profesores trabajamos duro, y como es la casa de uno, uno busca como ver que los niños y niñas tengan de todo. A veces lo padres no tienen ni para comprar un borrador y una saca de su bolsillo para cubrir esos costos, una valora hasta el más mínimo detalle en la escuela, cualquier cosa es beneficiosa aquí”, indica ella. Cada año la petrolera de la zona da un kit escolar por estudiante, el cual se compone de una regla, cuatro cuadernos, un lápiz, un borrador y una caja de colores.


Ahora tiene estudiantes de tres veredas: la Bendición, Merecure y Andes para un total de 29 estudiantes (12 niñas y 17 niños) desde preescolar a quinto año de primaria que toman clase en el único salón, pues en otro espacio está el comedor, los baños y una pequeña cocina. Ya es posible que los carros (coches) ingresen a la escuela, pues a la escuela le hicieron terraplén y en épocas de invierno los niños ya no tienen que cruzar las dos fincas vecinas.





Debido a la pandemia no se ha podido dar clase en la escuela y ya no se da los refrigerios a los niños; ahora se entrega una bolsa de mercado mensualmente. María Yenny nos comenta que hay padres que caminan hasta tres horas para llegar a la escuela y reclamar el mercado, y en ocasiones, ella se desplaza hasta algunos hogares para poder entregárselos. Lastimosamente, hace un mes robaron la escuela y se llevaron los equipos que conformaban el sistema fotovoltaico, como el inversor, el controlador y hasta el cable de puesta a tierra, lo único que quedó en pie son los paneles solares y los bombillos, pues también se llevaron los computadores. De nuevo, vuelven al desafío de dictar clase sin electricidad y comunicaciones en medio de un mundo virtualizado, además de no tener agua. Esto requerirá de una difícil y complicada gestión para conseguir los recursos y herramientas que permitan, nuevamente, brindar las condiciones mínimas a la escuela para que la profesora, María Yenny, pueda dictar sus clases como lo venía haciendo antes de la pandemia.




Para María Yenny, ser docente es lo mejor a pesar de las dificultades, es parte de su vida. Reconoce que la energía eléctrica les brinda comodidad a ella y a sus estudiantes, menciona que la energía solar es lo mejor, anhela que este tipo de energía pueda llegar a otros espacios y que beneficie a la gente como en algún momento se benefició ella y sus estudiantes. Está agradecida con Dios y con todas las personas que han ayudado a la institución, “…es para los niños, es darle una sonrisa a un niño y a una niña y a un papá o una mamá que lo sabe agradecer siempre”.


Agradecemos infinitivamente a María Yenny por compartir su historia con Energy from Women, por rescatar el valor de la docencia en la ruralidad, por la búsqueda de la calidad de educación y de vida de sus estudiantes.


El acceso a la energía es vital en nuestro día a día, ¿cómo hacer que el día a día de María Yenny y sus alumnos mejore? ¿Te animas a buscar una solución conjunta a la falta del servicio eléctrico en la escuelita La Bendición?



Sobre la autora: Tatiana Vásquez, líder de Energy from Women en Colombia. Ingeniera Eléctrica y Máster en Energía Solar Fotovoltaica.


Energy from Women busca ayudar a María Yenny y sus alumnos en la Escuela la Bendición. Ayúdanos a instalar un sistema solar para que estos niños tengan una educación de calidad como la tienes tú, el acceso a la electricidad cambiará sus vidas. Dona en Vaki!!!!

Para poder ayudar haz clic en el siguiente link:

Energy for La bendición School







12 comentarios:

  1. Conmueve ese relato tan detallado de la actividad de esa gran DOCENTE, Estás historias debe ser conocida por todas aquellas personas o instituciones que deseen también hacer país

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias por el tiempo dedicado a conocer esta historia, agradecemos también su difusión. Un cordial saludo

      Borrar
  2. Que buena historia de una mujer que siendo Docente puede cumplir con los diferentes roles que la sociedad necesita y demanda... lo mas importante hacerlos bien y con dedicación...

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Vivi por tu reflexión. Agradecemos también puedas compartir esta historia. Un saludo.

      Borrar
  3. Que bueno conocer estas historias de vida que ayudan a los menos favorecidos y que cuentan con personas tan diligentes como María Yenny. Sin embargo, leer que gracias a la energía obtuvieron muchos beneficios y ahora no los tienen deja un gran interrogante. Cómo se puede ayudar?

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Estimada Claudia, gracias por el comentario y la consulta. Por favor, contáctanos al correo indicado por Tatiana. Estaremos gustosas de comentar con mayor detalle cómo ayudar a María Yenny y sus alumnos de forma conjunta. Un abrazo

      Borrar
  4. Gracias Claudia por compartirnos tu inquietud. Justamente podemos canalizar ayudas financieras o materiales para contribuir al mejoramiento de esta escuela, si quieres saber ¿cómo? escríbenos a energyfromwomen@gmail.com y te comentaremos más detalladamente.

    ResponderBorrar
  5. Felicidades Yenny gran docente y persona, muy dedicada y aplicada a la formación de sus estudiantes.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por este comentario y apoyo a la historia de María Yenny. Un saludo

      Borrar
  6. Que historia tan maravillosa! Tiene que ser escuchada, esos niños merecen lo mejor. Gracias Tatiana y Maria Yenny

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Diana por apoyar Energy from Women y compartir el mismo interés en visibilizar a más mujeres. Sin duda, la historia de María Yenny es una inspiración. Saludos

      Borrar