Cambio climático: cuando la verdad incomoda

 

Soy Isabel Moreno Muñoz. Tal vez te suene mi cara y mi voz. Presento el tiempo en “Aquí la Tierra” de Televisión Española (TVE)  y a veces me cuelo en algunos programas de Radio Nacional de España (RNE), pero la mayor parte del tiempo no lo empleo en eso, sino en contar cosas sobre el cambio climático. Fíjate cómo será el asunto, que me considero una “contadora de historias”. Hablo de cambio climático de una forma muy personal en casi cualquier escenario en el que me quieran escuchar. Redes sociales, medios nacionales e internacionales, congresos, empresas, cursos… Estoy “hasta en la sopa”, como me dijo una vez una seguidora.




Sin embargo, como me parece muy apropiado poner en las tarjetas de visita que soy “Isabel Moreno, contadora de historias”, me describo como “física, meteoróloga y comunicadora”, que en realidad es una forma seria de decir lo mismo… y queda más pro.


Por supuesto, es verdad que soy física y meteoróloga, ¡no vaya usted a pensar que solo hablo de esto “por ser mona”! Me sienta bastante mal que me juzguen solo por mi físico o crean que alguien más listo que yo me escribe las cosas que digo. Llevo toda la vida intentando entender el porqué de las cosas y en los últimos años me he esmerado en aprender a contarlas lo mejor posible. Por eso estudié física, donde conocí la historia de terror que es la crisis climática y decidí trabajar para aprender tanto sus entresijos, como a explicarla. Así fue como hice el máster en Meteorología y Geofísica de la Universidad Complutense de Madrid (UCM)  y seguí formándome en temas relacionados con el medioambiente y comunicación.  


¡Ah! Y tengo dos libros: “Cambio Climático para Principiantes”, que nació en 2022, y “Atmósfera de Bulos”, que vio la luz en 2025 y se terminó convirtiendo en un libro tremendamente personal. Más allá de contarte dónde están las trampas de algunos bulos o verdades a medias que escuchamos para restar importancia o negar el cambio climático, te cuento mi vida. Confieso que en un primer momento esa no era la idea inicial. El libro solo iba a ser una especie de manual con información científica, algo que podría haber hecho perfectamente una inteligencia artificial. Pero ellas no tienen una historia como sí la tengo yo… Durante su escritura, hubo tres cosas que me marcaron muchísimo: sufrí una campaña de acoso increíble por hablar de cambio climático, me quedé embarazada de mi segundo hijo… y más de 200 personas murieron en la peor catástrofe de las últimas décadas en España.

 

El acoso en redes a quienes comunicamos meteorología no es nuevo. Desde hace mucho, somos el blanco de negacionistas del cambio climático o creyentes de que se puede alterar el tiempo a través de aviones en el cielo. Sin embargo, tanto el número de mensajes como su agresividad aumentaron considerablemente tras la pandemia. En mi caso, no solo tenía que leer decenas y decenas de mensajes en contra de la ciencia… también insultos (con su extra de machismo por esto de ser mujer) y amenazas. Algunas incluso de muerte.


Aquello era imparable. Nada ni nadie podía o quería frenarlo. Es más, algunas redes alimentaban ese tipo de interacción.


Fuimos bastantes personas las que dimos un paso a un lado con impotencia y mucha tristeza. ¿Por qué tenemos que tener miedo de hablar de ciencia?


Que los bulos y la desinformación campen a sus anchas tiene grandes riesgos. Mucho más si pasan de ser meros mensajes en redes sociales o comentarios mientras te tomas un refrigerio en un bar, a declaraciones en entornos donde se toman decisiones que afectan a la población.


Qué peligroso es gestionar el medioambiente si lo consideramos algo ajeno a nosotros, lo subestimamos o mermamos la credibilidad de los especialistas del tema. ¿Qué respuesta vamos a dar ante un evento extremo en ese caso?  Los fenómenos meteorológicos extremos van a seguir ocurriendo, por supuesto que sí, pero lo que los convierte en catástrofes es la respuesta que somos capaces de dar como sociedad a todos los niveles... sobre todo en aquellos que toman decisiones.


Eso fue lo que convirtió la riada de Valencia del 29 de octubre de 2024 en una tragedia mayúscula.


Casi un año después, sigo sin entender por qué no se avisó a la población mucho antes. ¿Hubiéramos tenido pérdidas millonarias? Sí, por supuesto. Pero se podrían haber salvado muchas personas.


Aquello me hizo escribir con tristeza, pero sobre todo con rabia y frustración. Son unas emociones que han quedado impregnadas en el libro, dándole un toque tremendamente personal.


Que aquella tragedia y los días de acoso desmedido en redes me pillasen embarazada por segunda vez, me hizo volver a pensar en qué mundo quiero que vivan mis peques. Desde luego, no es uno en el que podemos retroceder siglos a costa de desprestigiar a los organismos oficiales como la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) o de tirar por tierra el conocimiento científico que ha costado tanto conseguir. Por eso decidí continuar divulgando y contando todo lo que sé sobre mi especialidad. Con miedo, sí. Pero siempre adelante y con esperanza de que lograremos construir el mejor futuro posible. 





Nota: La historia es escrita por su protagonista.



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