Sueño con cambiar el mundo: Anghela Tamayo quien nos comparte sus sentimientos más profundos desde Boston gracias a una beca Fullbright

 

 Cuéntanos ¿Quién es Anghela? ¿puedes decirnos cuándo naciste? ¿puedes describirte a ti misma, como mujer, amiga y profesional? ¿de dónde eres y qué representa para ti tu origen?

Mi nombre es Anghela Nicole Tamayo Saquicela. Nací el 23 de septiembre de 1998 en Cuenca, Ecuador, pero siempre he sentido que soy tanto cuencana como sanjuanbosquense. San Juan Bosco, un cantón de la provincia de Morona Santiago en la Amazonía ecuatoriana, tiene un significado muy especial para mí porque ahí están mis raíces maternas. Crecí leyendo en las orillas del majestuoso río Pan de Azúcar y escuchando las historias de mi abuelo, uno de los fundadores de este bello cantón. Por otro lado, Cuenca me abrazó como estudiante y me formó como profesional. Ambos lugares son mi hogar, y por eso, si alguien me pregunta de dónde soy, siempre digo orgullosamente que soy de Cuenca y San Juan Bosco.

Más allá de eso, soy ecuatoriana, y eso es algo que llevo con mucho orgullo. Mi querido Ecuador, como otros países de nuestra región, enfrenta luchas diarias, pero nunca pierde el sentido de comunidad. Para mí, mi origen representa resistencia, pertenencia y lucha constante por salir adelante.

Si tuviera que describirme a mis 26 años, creo que las palabras "soñadora" y "valiente" definen quién soy hoy. Mi camino hacia la ingeniería eléctrica fue inesperado, pero también una de las mejores casualidades de mi vida. Cuando estaba en primero de bachillerato, mi mamá decidió cambiarme de colegio como una especie de castigo por "portarme mal." En ese momento no lo entendí, pero hoy lo considero uno de esos giros inesperados que cambian el rumbo de tu vida para bien. Mi nuevo colegio, la Unidad Educativa Técnico Salesiano, era una institución técnica, y fue allí donde descubrí mi pasión por la ingeniería.

Recuerdo que la única especialidad con cupo disponible era "Instalaciones de Equipos y Máquinas Eléctricas." Para muchos, este campo parecía ser "de hombres," pero para mí se convirtió en una oportunidad que abrió puertas y despertó en mí un interés profundo por la ingeniería. Ser la primera mujer en graduarme de esa especialidad no solo fue un logro personal, sino también un momento clave que me ayudó a construir la confianza para continuar por ese camino en la universidad. Tuve la suerte de contar con profesores que transformaron lo que pudo haber sido una experiencia intimidante, por ser la única mujer, en una etapa enriquecedora. Esta anécdota me enseñó lo que significa ser mujer en un espacio tradicionalmente masculino: ser resiliente, perseverante y capaz de enfrentar cualquier desafío con confianza.

Como mujer, amiga y profesional, creo en la importancia de soñar en grande y trabajar con propósito. Mis amigos y mi familia son mi mayor soporte, y me esfuerzo cada día para poder retribuir toda la confianza que han depositado en mí. Profesionalmente, mi origen y mis experiencias me han enseñado que los retos más grandes suelen ser las mejores oportunidades para crecer.

 

Define a Anghela en tres palabras.

Soñadora, valiente, resiliente.


Sabemos que Anghela es Ingeniera Eléctrica y actualmente está cursando una maestría gracias a una beca Fullbright. ¿Puedes comentarnos un poco sobre esto? 

Me formé como Ingeniera Eléctrica en la Universidad de Cuenca, institución pública que me brindó una base sólida en ingeniería y una perspectiva amplia sobre los desafíos energéticos que enfrenta mi país. Mi tesis de grado, que se centró en la determinación de viviendas sin acceso a energía eléctrica utilizando imágenes satelitales y técnicas de inteligencia artificial, fue el primer paso en mi compromiso con el acceso universal a la energía. Como resultado, aproximadamente el 2% de las viviendas del cantón Cuenca carecía, a 2021, de acceso a energía eléctrica, cifra focalizada en las áreas rurales. Este proyecto me dio la oportunidad de ver de primera mano cómo la falta de acceso a la energía limita el desarrollo de las comunidades.

Posteriormente tuve la oportunidad de trabajar en la Empresa Eléctrica Regional Centro Sur C.A., en la dirección de Morona Santiago. Allí, me enfrenté directamente a los problemas que limitan el acceso a la energía: la geografía desafiante y la falta de infraestructura. Muchas veces, los clientes no podían recibir el servicio eléctrico debido a la dificultad para extender las redes existentes o implementar nuevas redes de distribución, lo que generaba largos periodos de espera. Pero más allá de los desafíos técnicos, lo que realmente me impactó fue ver cómo la falta de acceso a la energía afectaba directamente la vida de las personas.

Mi pasión por cambiar esta situación fue lo que me llevó a postularme para la beca Fulbright, con la firme convicción de que el conocimiento adquirido en un entorno académico y profesional internacional me permitirá contribuir a solucionar estos problemas. En este momento, me encuentro cursando una maestría en Ingeniería y Políticas Públicas en la Universidad de Northeastern, en Boston. Este programa interdisciplinario no solo me permite profundizar mis conocimientos técnicos en ingeniería, sino también desarrollar las habilidades necesarias para influir en las políticas públicas que pueden garantizar un acceso universal y sostenible a la energía.

Lo que más me motiva es entender cómo las políticas y las tecnologías se deben entrelazar para crear soluciones sostenibles en energía. En 2024, Ecuador enfrentó una crisis energética debido a las sequías extremas que provocaron cortes de electricidad de hasta 16 horas al día. Este tipo de situaciones refleja la necesidad urgente de incorporar fuentes de energía renovable, pero también la importancia de contar con sistemas de respaldo y planificación estratégica para prevenir futuros apagones.

Mi objetivo con esta maestría es desarrollar una comprensión integral de cómo la ingeniería y las políticas públicas pueden trabajar juntas para mejorar la infraestructura energética y garantizar que más familias, especialmente en las áreas más aisladas y rurales de Ecuador, tengan acceso a energía eléctrica confiable y asequible. Estoy convencida de que el futuro de la energía en Ecuador depende de una combinación de innovación tecnológica y reformas políticas que faciliten la transición hacia un modelo energético más sostenible y resiliente al cambio climático.


¿Qué es lo que te motivó a estudiar dicha maestría y por qué la beca Fullbright?

Mi decisión de estudiar la maestría en Ingeniería y Políticas Públicas responde a mi deseo de abordar de manera integral los retos energéticos de Ecuador. A través de este programa, estoy adquiriendo las herramientas necesarias para mejorar tanto la sostenibilidad como la resiliencia de nuestra matriz energética, y garantizar que el acceso universal a la energía eléctrica sea una prioridad. Mi objetivo es encontrar soluciones que no solo permitan la modernización del sistema energético, sino también su expansión a comunidades vulnerables y rurales, donde el acceso a la energía sigue siendo un desafío.

El programa me ha permitido explorar cómo las políticas y tecnologías energéticas están avanzando a nivel global y cómo esas lecciones se pueden aplicar a la realidad de Ecuador. En un contexto de cambio climático, mi propósito es contribuir a crear un sistema energético más inclusivo, que integre fuentes renovables y, a la vez, respete el entorno natural. A través de esta formación, estoy mejorando mis conocimientos para impulsar oportunidades para las comunidades más necesitadas y contribuir al bienestar de todos los ecuatorianos.

Fulbright es una de las becas más prestigiosas del mundo, y su programa de intercambio educativo y científico ofrece una plataforma ideal para aplicar soluciones basadas en experiencias globales. Mi alma mater, la Universidad de Cuenca, ha sido cuna de varios becarios Fulbright que se han convertido en referentes y que me inspiraron a soñar con esta beca. Uno de esos ejemplos es el Ingeniero Antonio Borrero, ex becario Fulbright y ex docente de la universidad, quien me motivó a postularme y me ayudó a entender el impacto profundo que significa ser un Fulbrighter. Gracias a esa inspiración y a esta beca, hoy tengo la oportunidad de cumplir mi sueño de estudiar en el extranjero y aplicar el conocimiento adquirido para contribuir al desarrollo de mi país.


¿Cómo es tu vida actualmente en Estados Unidos y qué valores encuentras culturalmente?

Mi experiencia en Estados Unidos, tras seis meses aquí, ha sido una de las más desafiantes de mi vida, pero también una de las más enriquecedoras. Estar lejos de mi familia y amigos, en un entorno completamente diferente, ha requerido que salga de mi zona de confort, lo que me ha permitido aprender y crecer tanto a nivel personal como académico. A pesar de las barreras del idioma y la adaptación a un nuevo sistema, cada día me enfrento a nuevas oportunidades para mejorar.

En el ámbito académico, el sistema educativo en Estados Unidos es demandante y competitivo, y como estudiante internacional, debo esforzarme el doble. Sin embargo, Boston, como ciudad académica, me ha brindado oportunidades únicas para asistir a seminarios y actividades en universidades y empresas de renombre. A pesar de estar aún aprendiendo a aprovechar estas oportunidades, me siento privilegiada de poder formar parte de este entorno académico.

Uno de los aspectos culturales que más he observado en Estados Unidos es el énfasis en la independencia y el individualismo, valores que se reflejan en la forma en que las personas manejan su vida profesional y personal. Aquí se valora mucho la autonomía y la responsabilidad, lo que ha influido en cómo enfoco mis propios proyectos.

En cuanto al clima, especialmente durante el invierno, ha sido un desafío adaptarme. Aunque la nieve fue emocionante al principio, el frío constante ha sido complicado y limita muchas veces mis actividades y ciertamente puede ser un poco deprimente. Además, la ciudad tiene un ritmo acelerado y las personas suelen estar muy centradas en sus actividades, lo que hace que se sienta diferente al calor humano que prevalece en Latinoamérica.

En mi primer mes aquí, tuve la oportunidad de participar en un programa preacadémico de adaptación cultural en la Universidad de Oregon, como parte de mi beca Fulbright. Esta experiencia me permitió conocer a Fulbrighters de diversas partes del mundo y aprender que, más allá de nuestras diferencias, compartimos un mismo objetivo: aprender y contribuir al desarrollo de nuestras comunidades. Esta experiencia me permitió apreciar la relevancia del intercambio cultural y el respeto por la diversidad, valores que, aunque en constante evolución, son fundamentales en la sociedad estadounidense.


¿Qué tips te gustaría compartir con otras mujeres que te leen para acceder a una beca Fullbright?

Para acceder a una beca Fulbright, es esencial tener un propósito claro y genuino. Debes mostrar pasión por tu área de estudio y un compromiso firme con el desarrollo de tu país. Fulbright busca personas que no solo destaquen en su campo, sino que también estén dispuestas a regresar a su país para aplicar lo aprendido y generar un impacto positivo en sus comunidades.

El amor por tu país y las ganas de contribuir a tu entorno son clave. Demostrar cómo utilizarás lo aprendido para crear cambios, ya sea académicos, profesionales o culturales, hará que tu aplicación se distinga. Además, es importante tener una actitud abierta y resiliente para superar los desafíos de estudiar en el extranjero y aprender de otras culturas.

Finalmente, no subestimes el poder de tu historia personal. Compartir tus experiencias, logros y cómo has enfrentado obstáculos demuestra tu capacidad para aprovechar al máximo esta oportunidad. La perseverancia y la determinación son cualidades que Fulbright valora, y busca mujeres comprometidas con generar un cambio positivo en el mundo.


¿Algo adicional que quieras compartir con nuestras lectoras? ¿qué les dirías para motivarlas a seguir sus sueños?

Como mujer, el camino no ha sido fácil en el campo profesional en el que me desenvuelvo, pero estoy convencida de que estamos sentando precedentes para que el futuro de las próximas generaciones sea más justo y equitativo. A lo largo de mi trayectoria, he aprendido que la lucha por nuestros sueños nunca es lineal. A veces el camino es incierto y difícil, pero es importante recordar que, juntas, somos más fuertes. Quiero decirles a todas las mujeres que no dejen de luchar por sus sueños, por más complicado que se vea el panorama. Si alguna vez se sienten desanimadas o perdidas, recuerden que solo caminando distinto encontraremos el cambio verdadero.

Estoy completamente abierta a ayudar en lo que pueda a quien me necesite, así que no duden en contactarse conmigo. Juntas podemos avanzar y crear un camino más inclusivo.

Gracias Anghela por compartir estas líneas con Energy from Women!


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